Amor perdurable durante 57 años el de Maru y Raymundo

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El amor crece después de 57 años entre hija de militar y coronel

Formaron una hermosa familia 

José G. Viurquis y Patricia Andrade

Desde antes de los 13 años, él nunca la perdió de vista. Sabía lo que hacía y hasta vaticinó su futuro. Será mi esposa. Y así fue. Se casaron. Él vestido de militar y ella con un hermoso vestido blanco con una fiesta que aún recuerdan con emoción después  de 57 años de matrimonio, en elque concibieron tres hijos, que son su vida, al igual que sus tres nietos.

En una entrevista con Nuestra Zona en su hogar, la señora  María de Jesús Zepeda de Mota y Don Raymundo Mota Valenzuela, quienes son vecinos de Atizapán, recuerdan que él  les dijo a sus compañeros del Servicio Militar Nacional. Me casaré con la hija del jefe y todos le dijeron estás loco, eso no puede ser.

 

Y lo consiguió. Ingresó al Colegio Militar para estar cerca de su jefe. Sabía que de esa forma no perdería de vista a la que sería su mujer de por vida.

En algún momento se incorporó al batallón de Torreón, que estaba bajo el mando del padre de doña Maru,  José Félix Zepeda Cortés y buscó la forma de visitarlo en su casa, donde había tres mujeres, una de ellas su actual esposa a quien llaman con cariño Maru.

El padre había establecido que el único militar que entraría a ese hogar era él, y sin embargo aceptó la propuesta del joven porque sabía que ese día sus hijas saldrían de fiesta.

Y llegó el joven con su botella de tequila y sangrita, de las mejores marcas, y aunque el señor no bebía tomó una copita  y departió con el joven  esa noche.

El padre solicitó una atención y cuál fue su sorpresa que quien apareció fue una de sus hijas. Esa tarde, finalmente  no fue a la fiesta la que hoy es su esposa, pues enfermó.

Y no hubo otra que presentarla con el joven militar que de esa forma consiguió entablar la relación con la mujer de su vida y con quien procreó tres hijos.

Después de esa ocasión, ellos se frecuentaron y poco a poco se consolidó la relación hasta que él le pidió que fuera su novia y formalizó el noviazgo ante el papá, pero al mes a Raymundo y al padre de la señora Maru los cambiaron al Cuartel Militar de Culiacán, por lo que él y ella mantuvieron su amor a través de cartas y en sus vacaciones el joven pidió su cambio  nuevamente a Torreón.

El joven militar pidió a la mano de su novia  para casarse, y así fue que duraron escasos seis meses de novios, de los cuales sólo convivieron poco más de dos meses, pero ella aceptó encantada la propuesta pues estaba enamorada y su padre de acuerdo pues lo consideraba un buen muchacho.

Doña Maru recuerda que la madre de su entonces novio le preguntó que si estaba dispuesta a seguir a su hijo a donde lo mandaran del Ejército, y ella respondió por supuesto, que iría con él a donde fuera, para eso iba a ser su esposa por el resto de su vida.

De cuando ocuparon la casa de Pancho Villa

Y cumplió, ella nunca se negó a vivir en diferentes ciudades como Durango, Pachuca, Acapulco y de ahí a la Sierra, en Santiago Papasquiaro, donde residieron en una casa que utilizó Francisco Villa.

“Fue duro, porque de la playa, pasamos a un lugar donde estaba nevando y casi en ruinas, después de más de 100 años de uso”, afirma don Raymundo,  aunque su esposa recuerda entusiasmada las grandes lajas del piso que hacían resaltar sus muebles. También le contaron que de esa casa Villa se escapó cuando pretendieron capturarlo las fuerzas gobiernistas.

De sus hijos, Eréndira, Raymundo y Claudia, recuerdan que les gustaban los cambios de residencia, pues aprendieron a adaptarse a los cambios de casa, de escuelas y de amigos.

Siempre ha sido una familia unida y dispuesta a apoyarse en todo momento y no fue la excepción seguir a don Raymundo en su trabajo como militar, en el cual duró 35 años, y que recuerda con mucho cariño pues ahí fue campeón de tiro, de clavados y paracaidista.

Don Raymundo nos cuenta que para él fue un trabajo pleno de satisfacciones y orgullo, pero eso no lo apartó nunca de su familia, la cual siempre ha ocupado el primer lugar en su vida, ya que son sus grandes amores tanto su esposa como sus tres hijos y ahora sus  tres nietos Carlos, Andrea y Luca.

Ahora viven solos en su casa pero sus hijos los visitan frecuentemente y doña Maru señala que el matrimonio no es fácil pues vivieron momentos muy difíciles, pero ella y su esposo se comprometieron para el resto de su vida.

Considera que para estar 51 años con una persona es indispensable el apoyo, la convivencia y sobre todo el amor incondicional que ellos se han tenido.

Don Raymundo nos dice que su esposa ha sido una mujer ejemplar pues tuvo una educación  basada en valores y en disciplina, los cuales los llevó a su hogar, pero además es una mujer llena de cualidades con un carácter firme, decidida, “que ha sido la base de esta familia y llenado de detalles y mucho  amor a cada uno de sus integrantes, quienes la amamos profundamente”.

 

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