La música mundial de los grupos Moenia, Los Pericos y Naysha llenó los foros al máximo, mientras la obra Diario de Ana Frank colmó de sentimientos solidarios para así lograr los objetivos del Festival Internacional de las Artes Atzán de lograr una mejor sociedad a través de la cultura y darle gracias a Dios por estar disfrutando de estas actuaciones después de la pandemia, como indicó el alcalde de Atizapán de Zaragoza, Pedro Rodríguez Villegas.
En la carpa de al lado del Palacio Municipal, las linternas se encendieron y transformaron el principal foro del Festival en un verdadero “Manto estelar”… Y es que Moenia arrebató los corazones de los 13 mil asistentes que celebraron la vida y la felicidad con esta agrupación.
“Nos sentimos muy felices de estar aquí con ustedes. Hace un año no era lo mismo y hoy brindo, primero, porque estamos vivos y, segundo y porque estamos bien. Felicidades, un gran evento esta noche”, expresó Alfonso Pichardo, el vocalista.
Los sonidos “Summerdrive” y “Tú sabes lo que quiero” prendieron a la audiencia que se mantuvo de pie coreando y bailando con la banda de música electrónica. Pero “Déjame entrar”, el tercer tema de la noche, llevó al fondo los gritos y la emoción de familias, parejas, amigos y hasta gente en solitario que participaron en la séptima noche de conciertos en este lugar. «ustedes son los que nos iluminan”, dijo “Poncho”, el líder de la banda al anunciar.
El baile no faltó en el escenario, tampoco el ritmo ni las luces rojas y neón que predominaron en buena parte del show. Alfonso Pichardo, los tecladistas Jorge Soto y Álex «Midi» Ortega señalaron, que el concierto en Atizapán marcó el final de una época y el inicio de otra, es decir, con Atizapán pasaron a la historia y tomaron una foto del recuerdo.
El Presidente Municipal, Pedro Rodríguez Villegas, antes de entregarles la estatuilla la Diosa de las Artes Atzán, expresó que “hay que darle gracias a Dios porque podemos estar, después de esta pandemia de dos años, aquí, disfrutando.
En la Ciudad Deportiva Ana Gabriela Guevara, la banda argentina Los Pericos ofreció una noche repleta de música, baile y ovaciones para deleitar a más de 15 mil personas del municipio y de demarcaciones vecinas que gozaron de los ritmos reggae, ska y rock con letras, en gran parte, de Juanchi Baleirón como “Cuídame bien, que lo mío es serio…”.
El ánimo de la gente se mantuvo con corear “runaway” al ritmo de la trompeta, saxofón y del bajo, pese a la amenaza de la lluvia, pues luego oyeron “Waitin’”, “Pupilas lejanas”, “Complicado y aturdido”, y “Jamaica reggae”. Pero crearon el lazo con el público a través de “Tatuajes”, de Joan Sebastian, y “Tu cárcel”, de Marco Antonio Solís. La velada concluyó cuando las banderas de Argentina y México ondearon en el escenario.
En otro foro, Naysha, una joven artista y productora peruana, fue sorpresas del sexto día del Festival Internacional de las Artes Atzán, pues con ella se consolidó la participación de esta fiesta cultural como parte del Circuito del Festival Internacional Cervantino. Acompañada de su charango, embelesó al público con canciones como “Respira”, “Cenizas”, “Aitanaji”, entre otras, y con sus sonidos impregnados de una tradición peruana y elementos modernos.
En Perú también hablamos de la importancia de la cultura en sus distintas disciplinas, como con las artes, la música, la danza, para sentirnos identificados. “Aquí, en México, hacen mucho de eso y afuera lo reconocemos como grandes representantes, y tienen mucho potencial y mucha información y hacer esto es importantísimo para que siga perpetuando”, dijo la artista.
En el escenario del Teatro Zaragoza, se presentó la obra, basada en el libro homónimo, el Diario de Ana Frank bajo la producción de la Compañía Teatral Alejandro Medina, que conmovió a centenares de ciudadanos al ser transportados a los años 40, durante la Segunda Guerra Mundial.
Ana es una niña adolescente judía de 13 años que relata, en las páginas de su diario, las vivencias de su familia para eludir a los nazis. Los actores mostraron a los espectadores las experiencias de siete personas que convivieron durante dos años en un anexo secreto, padeciendo tensión, miedo y escasez de alimentos, hasta que el edificio es asaltado por los nazis.
