Con una oración a mitad de su discurso, en su toma de posesión como presidente de Estados Unidos, Joe Biden llamó a la unidad, y dijo que los líderes tienen la obligación de «defender la verdad y derrotar las mentiras».
Justo con el amén de la oración en silencio, que la mayoría llevó a cabo, al fondo del lugar uno de los 25 mil uniformados de la Guardia Nacional, que resguardaron el Capitolio, se signó y santiguó, y luego Biden pidió superar las divisiones, porque «sin unidad, no hay paz».
El presidente estadounidense que se declara católico, había pedido elevar una plegaria en silencio para quienes han perdido la vida, “y han quedado atrás en nombre de nuestro país”. Así gran parte de los asistentes bajó la cabeza y guardó absoluto silencio.
Joseph Robinette Biden Jr., que entró a paso lento para situarse ante los poderes, se convirtió en el presidente número 46 de Estados Unidos, y después de jurar que respetaría la Constitución de su país, pidió a aquellos que no votaron por él, que le dieran una oportunidad.
«Escúchame mientras avanzamos», expresó mientras un un vientecillo helado le levantaba algunos de sus cabellos blancos que contrastaban con el azul fuerte de su traje y el añil tenue de su corbata.
Biden juró ser un «presidente para todos los estadunidenses» y luchar tan duro por aquellos que no lo apoyaron como por quienes lo hicieron, mientras recorría con su mirada a todos los asistentes, entre ellos tres expresidentes, quienes habían ingresado después de las dianas de honor entonadas por una orquesta.
Y exclamó “debemos poner fin a esta guerra incivil que enfrenta al rojo contra el azul».
En un rostro de pocas expresiones, y ojos casi cegados por la intensidad de la luz del mediodía de la ciudad de Washington, Biden dijo que “la democracia ha prevalecido” en un país que se tambalea en medio de una pandemia y un violento tumulto de hace dos semanas en el Capitolio de Estados Unidos.
Biden siguió con su voz firme para externar su agradecimiento a sus predecesores por asistir a la ceremonia de cambio de presidente, aunque Donald Trump prefirió otro camino, el que lo condujo a Florida al dejar la Casa Blanca 45 minutos después de lo programado.
Antes, ahí en el Capitolio, Kamala Harris, ataviada con un abrigo morado, también rindió protesta como vicepresidenta, para convertirse en la primera mujer en ocupar este alto cargo en el país, con ascendencia negra y asiática.
Al terminar la ceremonia, el presidente y la vicepresidenta, se dirigieron, con sus parejas, a un almuerzo, en el Capitolio, y de ahí seguirían con el resto del protocolo, como el pase de lista de las fuerzas armadas.
La ceremonia de cambio de poder presidencial inició con la actuación de artistas como Lady Gaga que entonó el Himno, luego Jennifer López interpretó una canción en la que, en español, manifestó que Estados Unidos es una nación indivisible, con libertar y justicia para todos, y al final actuó Garth Brooks, quien descubrió su cabeza de la tejana con la ingresó y tomó posición para cantar.
También estuvo la poeta Amanda Gorman, con su delicado peinado de trensitas atadas con hilos como de oro y una peineta roja, contrastantes con su abrigo amarillo. Ella hizo vibrar a los presentes con su voz fuerte, decidida al leer las líneas de un artículo en el que puntualizó que «si bien la democracia puede retrasarse permanentemente, nunca se puede negar permanentemente«.
El constante llamado a Dios en la rendición de protesta de Biden y Kamala hizo recordar la promesa del ahora presidente de la potencia mundial, quien dijo que recurrirá a una Biblia que tienen en su familia desde 1893 y que utilizó en su juramento como vicepresidente en 2009 y 2013, además de que fue en la que puso su mano para asumir como senador.
La Biblia, de cinco pulgadas de grosor, tiene una cruz celta en su portada, como para recordar a sus antepasados irlandeses.
