El hombre más rápido de la historia de la humanidad, Usaint Bolt nunca imagino que terminaría su última carrera cruzando la meta cojo, cabizbajo, con su séquito de velocistas detrás como un ejército derrotado.
En realidad escenificaba eso: la derrota de un imperio, el de la velocidad jamaicana, que se va de vacío de los Mundiales de Londres en el sector que han dominado con puño de acero en todo el siglo. Ninguno de los títulos de 100, 200 y relevo 4×100 fueron a la isla del Caribe. El golpe es considerable.
Bolt cogió el testigo de manos de Yohan Blake cuando el hundimiento de Jamaica se adivinaba en el Olímpico de Londres. Iba tercero, con la sorprendente Gran Bretaña, oro al final (37.47) y Estados Unidos, que corría en la calle 4, pegada a la de Bolt, en segunda posición.
Con información de Marca