Por Guadalupe Camacho
Es una realidad en México, y en el mundo las tasas de suicidio se incrementan de forma alarmante. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud explica que cada año a nivel mundial 800 mil personas se quitan la vida.
Drogas y soledad, constantes entre los jóvenes suicidas mexicanos
De acuerdo con en el Hospital Psiquiátrico Infantil “Juan N. Navarro”, en México el consumo de drogas, la falta de relaciones personales y la depresión, son comunes entre los jóvenes que intentan suicidarse.
Así, en la última década, los niños y jóvenes mexicanos de entre 10 a 17 años de edad han incrementando los intentos de suicido, especialmente en Aguascalientes, Chihuahua, Campeche y Quintana Roo.
Sin importar el género y las condiciones económicas, los jóvenes mexicanos están cometiendo más actos suicidas. La violencia, la sensación de pérdida, así como problemas de salud, la baja autoestima y la desesperanza forman parte de la vida de los jóvenes mexicanos, quienes si orientación, apoyo ni educación, buscan terminar con su vida.
Prevención y educación, la clave
Aldo Suárez Mendoza, presidente de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, precisa que es fundamental conocer cómo se siente el joven frente a las ideas suicidas o de la muerte.
“Si bien todos podemos en algún momento pensar en nuestra muerte, esto no se convierte en una obsesión. También debemos conocer cómo se enfrenta, el posible suicida, a las perdidas, puesto que algunas personas no pueden trabajar bien el desapego, sienten morirse cuando se divorcias, terminan una relación, se muere algún familiar o son despedidos de sus trabajos”, precisa.
El suicida, por lo general, menciona que desea morir, o bien tiene diversos actos poco comunes que deberán observarse a fin de actuar a tiempo y evitar la muerte de nuestro ser querido. Entre las señales que da la persona están:
- Hablar acerca del suicidio; por ejemplo, hacer afirmaciones como “voy a matarme”, “quisiera estar muerto” o “desearía no haber nacido”.
- Obtener los medios para atentar contra tu propia vida, como comprar un arma o almacenar píldoras
- Retraimiento de la vida social y deseo de estar solo, especialmente quedarse encerrado en su recámara.
- Tener cambios de humor, como pasar de estar eufórico un día, pero al siguiente puede estar profundamente triste.
- Preocuparse por la muerte, por el hecho de morir o por la violencia.
- Sentir desesperanza o impotencia ante una situación.
- Aumentar el consumo de alcohol o comenzar a usar drogas.
- Sufrir cambios en la rutina normal, por ejemplo, cambios en la alimentación y en los horarios de sueño.
- Hacer cosas riesgosas o autodestructivas, como consumir drogas o conducir con imprudencia.
- Regalar las pertenencias o dejar en orden los asuntos materiales cuando no existen motivos lógicos para hacerlo.
- Despedirse de las personas como si la despedida fuera definitiva.
- Desarrollar cambios de personalidad o estar sumamente ansioso o agitado, en particular al experimentar algunos de los signos de advertencia antes indicados.